TEORÍA DEL APEGO Y SU IMPACTO EN NUESTRA VIDA Y LAS RELACIONES

La teoría del apego es una de las teorías más importantes para el desarrollo social de los seres humanos. Todo ser humano nace con una necesidad básica y evolutiva de conexión social. Las primeras experiencias de apego determinan mucho acerca de cómo será su conexión social en la vida, de su capacidad para regular los estímulos internos y externos y de entablar relaciones íntimas significativas.

Cuando nacemos dependemos completamente de nuestros cuidadores, que son nuestras figuras de apego, puede ser la madre, el padre, los abuelos o aquellas personas que se encargan de protegernos, alimentarnos, calmar el llanto, dar afecto, etc.; estas personas se encargan de brindarnos seguridad, brindarnos cuidados y ayudarnos a regular nuestra experiencia, por ejemplo, alimentarnos ante el hambre, limpiarnos ante la necesidad, cuidarnos del frio, del calor, regular el dolor, regular nuestras emociones de enojo, tristeza y miedo a través del contacto físico, del habla, etc., de esta manera, el niño se siente protegido y seguro, y se mantiene en su margen de tolerancia, lo cual a futuro le permite tener una buena regulación propia, confianza para desarrollar y vivir experiencias y entablar relaciones íntimas con seguridad, sin embargo, en múltiples ocasiones, el escenario no es tan perfecto, debido a que los cuidadores no pueden estar tanto tiempo presentes con el niño, o porque no son personas muy afectivas y protectoras, porque el medio en el que se cría al niño es un ambiente muy estresante, o por que se le descuida o existe negligencia ante sus necesidades o inclusive existe violencia contra el niño, lo cual impacta en el estilo de apego que tendrá.

La teoría del apego fue desarrollada por John Bowlby, un psicólogo que se interesó en investigar lo que ocurría en los niños cuando eran separados de sus cuidadores y en especifico de la madre, y cómo ocurría la ansiedad por separación. En un inicio se creía que la ansiedad por separación se daba debido a la falta de alimento, sin embargo, se dió cuenta que aunque lo alimentara alguien más, el niño continuaba asustado, y poco a poco observaron que cuando el niño se asusta o siente una emoción de angustia, busca la proximidad física de su cuidador primario para encontrar protección y cuidado, estas observaciones fueron llevando a desarrollar esta teoría.

El apego es el vínculo emocional  con otra persona, usualmente el apego se da con personas que resultan importantes para nosotros, como nuestros padres y parejas principalmente, pero tiene impacto en todas las relaciones humanas que tenemos.  El apego pone de manifiesto las necesidades de conexión social que todos los humanos necesitamos como la necesidad de establecer vínculos afectivos incondicionales y duraderos, que ofrezcan seguridad, protección y confianza, la necesidad de tener personas a nuestro al rededor para establecer conexión social,  amigos y personas que nos brinden confianza y pertenencia y la necesidad y anhelo de contacto y proximidad física agradable, abrazos,  besos,  caricias, etc.

Años después del desarrollo de la teoría de Bowlby, Ainsworth, Belhar, Waters y Wall describieron tres estilos de apego: Apego seguro, apego inseguro evitativo y apego inseguro ambivalente o ansioso. En 1990 Main y Salomon describieron el cuarto estilo: El apego desorganizado desorientado o temeroso. Estos estilos de apego se forman en la infancia según la relación establecida por parte de los cuidadores y mayoritariamente con la madre siendo esta la figura de apego primaria con el niño y regulan las tendencias de conexión social e intimidad con ella/ellos y el resto de personas a lo largo de su vida.

La teoría del apego establece que la relación primaria con la madre en la infancia, sienta la forma en la que el ser humano va a establecer relaciones íntimas en su vida, si es con confianza, seguridad, miedo, desconfianza, defensa, ataque, ansiedad, dependencia, etc, además regula mucho de su comportamiento, ya que cuando el niño se siente seguro y protegido por su madre y cuidadores, sabe que puede hacer cosas, jugar, explorar, relacionarse con otros niños, ya que tiene una base segura para regresar si algo sale mal y será protegido, tendrá contención emocional, seguirá siendo amado y seguirá siendo cuidado, sin embargo, cuando no existe este cuidado y protección o no es de forma constante o incluso es al contrario, hay violencia y maltrato, el niño desarrolla mecanismos de defensa debido a que se siente constantemente inseguro, lo cuál impacta en las otras acciones que realiza, usualmente evitando que pueda jugar, relacionarse, divertirse, explorar, saber cuidarse, regular sus emociones, etc. A estas conductas se les llaman sistemas de acción y cuando el apego es seguro, abre la puerta a que el niño active sus sistemas de acción que le permiten vivir una vida sana y adaptativa, pero si tiene un apego inseguro, ansioso o desorganizado es más difícil que pueda activar esos sistemas de acción. En el caso mas complejo que es el apego desorganizado, usualmente son niños y después adultos que pueden estar traumatizados y para quienes activar los sistemas de acción adaptativos suele ser difícil ya que suelen estar a la defensa y en desconfianza de los demás.

La creencia raiz de los estilos de apego es : Si en mi casa mi cuidan, si mis padres me han protegido y cuidado, y mis seres queridos me aman y protegen, entonces puedo confiar en el mundo, en mí y en los demás, si al contrario, mi propia madre me abandonó, cualquiera me puede abandonar, o si mi propia madre descuidó de mi y mis padres me violentaban, el mundo es inseguro, cualquiera me puede hacer daño y no puedo confiar en nadie , no merezco el amor, ni el cuidado.

Aquí te describimos un poco acerca de cada estilo de apego:

APEGO SEGURO

Este estilo de apego se genera cuando la madre y/o cuidadores están presentes emocionalmente, físicamente y conductualmente para el bebe y niño. Atendiendo sus necesidades, cuidándolo, abrazándolo, estando para el cuando tiene miedo, tranquilizarlo ante sus emociones, dandole una base segura.

Este estilo de apego permite sentirse seguros con otros seres humanos y sentirse seguros para explorar y jugar.  En la vida adulta les permite relacionarse íntimamente de forma segura, buscan la proximidad social mostrando poca o ninguna evitación ni resistencia agresiva, son capaces de regular sus emociones, de saber atender sus necesidades, cuidarse, y activar sus sistemas de acción de manera óptima.

APEGO INSEGURO EVITATIVO

Este estilo de apego se genera cuando la madre y/o cuidadores tienden a desatender o frustrar la necesidad y la búsqueda de proximidad del niño, ya sea retrayéndose o apartándose, esto debido a que la madre no se siente cómoda o no le gusta o interesa el contacto físico rechazando de manera verbal o no verbal la aproximación del niño, el niño aprende a hacer lo mismo y tiende a evitar el contacto ocular y físico y no muestran mucha emoción cuando la madre se va y cuando ella regresa  evita o ignora a la madre. Esto hace que sean niños que no buscan la proximidad y sean reservados emocionalmente.

Los adultos que crecieron con este estilo de apego, suelen ser personas que no buscan el contacto físico y se pueden sentir incómodos con este, pueden llegar a ser despectivos hacia las relaciones íntimas y emociones profundas, suelen ser independientes y evitan buscar el apoyo emocional de otros, también suelen minimizar y evitar su necesidad de cariño. Suelen preferir la autorregulación a la regulación social y tratan de evitar la dependencia en otros. Para ellos la enseñanza es: puedo confiar en mí pero no tanto en los demás.

APEGO INSEGURO AMBIVALENTE O ANSIOSO

Este estilo de apego se desarrolla cuando la madre y/o cuidadores suelen ser inconsistentes con su atención, cuidado y cariño, de esta forma el niño no sabe cuando la madre si va a estar para el. Estos cambios suelen deberse a que la madre está mas involucrada a sus emociones y necesidades que en las del niño, por lo que en ocasiones está para el y en ocasiones no, esto confunde al niño desconfiando de cuándo puede acercarse y recibirá la protección, el cariño y el cuidado que buscan cuándo no. Esto se traduce en niños que suelen mostrar inestabilidad, pueden parecer cautelosos, desconsolados, enojados, angustiados, y muestran mucha preocupación en el tiempo en el que están lejos de su mamá, sin embargo no se muestran más tranquilos ni consolados una vez que la madre llega sin importar los intentos que ella haga por tranquilizarlo. Los niños con este estilo de apego muestran dificultad para controlar sus impulsos, enojo, les cuesta trabajo recuperarse del estrés y temen al abandono. En muchas ocasiones suelen cambiar de estados de enojo a la búsqueda de la proximidad de forma inesperada.

En la vida adulta, las personas con este estilo de apego muestran preocupación hacia el apego, suelen ser muy dependientes de otros, necesitan demasiado las muestras de afecto, validación y proximidad física, sus relaciones suelen ser muy intensas emocionalmente y pueden relacionarse de forma complicada con otros debido a la excesiva necesidad de atención y validación, cuando no la tienen sufren de graves episodios de ansiedad, miedo y tristeza. En estos casos, a la persona le cuesta trabajo sentirse seguro de forma estable en una relación y les cuesta sentirse seguros con ellos mismos y su independencia.

APEGO DESORGANIZADO DESORIENTADO O TEMEROSO

Este estilo de apego se genera cuando la madre y/o cuidadores tienen una actitud atemorizante, descuidan y desprotegen al niño, abusan de sus límites, existe violencia  y maltrato, lo ignoran, no atienden sus necesidades o sus llamadas de atención y necesidad de afecto, pueden parecer disociadas de la realidad vagando sin tomar atención al niño o pueden responder de forma atemorizada hacia él. En su mayoría los cuidadores de los niños con este estilo de apego suelen abusar de ellos, desatenderlos gravemente o ambas. Esto genera un apego muy débil y una falta de protección grave contra los maltratadores del niño,  estos cuidadores rechazan o reaccionan negativamente ante las emociones de miedo y angustia del niño y en lugar de protegerlo lo agreden o ignoran, esto resulta en una inestabilidad profunda para el niño y una desregulación física, mental y emocional muy grave de la cuál no tiene la oportunidad ni el apoyo para contener aquello que siente. En muchas ocasiones, niños con este estilo de apego son niños traumatizados por la violencia y resulta de un adulto traumatizado.

Las conductas de este estilo de apego en el adulto suelen ser muy contradictorias, pueden anhelar y buscar el contacto físico pero rechazarlo cuando se ofrece debido a que desconfían de las figuras de apego debido a la violencia o el desinterés vivido en la infancia y los demás resultan amenazas para su bienestar, pueden anhelar el apoyo pero rechazarlo y no querer pedirlo por miedo a las actitudes de los demás, la desconfianza o no saber pedirlo, les cuesta trabajo regular sus emociones y su experiencia interna, evitan y pueden llegar a mostrar actitudes de defensa y a agresividad ante las personas cuando perciben una actitud negativa, desconfían de los demás pero anhelan profundamente una conexión profunda y un cariño incondicional pero desconocen de su existencia, existe un gran conflicto interno entre buscar la conexión social y rechazarla simultáneamente,  además suelen ser temerosos debido a que no tuvieron una base segura que les diera respaldo, por ende pueden llegar a experimentar miedos a distintas experiencias y relaciones. En este estilo de apego se genera una desconfianza profunda a los demás e incluso en sí mismo y los sistemas de acción de defensa se encuentran activos frecuentemente y de forma involuntaria.

Como vemos estos estilos de apego se generan en la niñez pero tienen un impacto muy grande en la vida adulta y aunque marcan muchas pautas del comportamiento y las necesidades emocionales en las relaciones, estos estilos de apego pueden trabajarse en terapia para hacer de estos, estilos de apego funcionales y adaptativos y modificar las creencias que puedan estar afectando las creencias disfuncionales, esto con el fin de incrementar la capacidad de conexión social íntima y brindar al paciente la capacidad de regularse a si mismo y regular su experiencia personal con otros.


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